sábado, 2 de julio de 2011

¿Cambiar de carrera?



¿Alguna vez les ha sucedido que profundizan tanto en un tema que aman, que incluso llegan a odiarlo?

Creo que eso es lo que me sucede hoy en día... Entré a estudiar en mi carrera por distintos motivos. Uno, porque me gustaban todos los ramos en general. Estudio artes, porque no sabía si estudiar teatro, o cine, o literatura o historia... Y resulta que mi carrera tenía un poco de todo en su malla curricular. Entonces, aparte de mi pasió por el tema y la idea de una educación integral, me dije a mi misma que me seriviría para conocer un poco mejor cada aspecto y que si al final alguno terminaba por entusiasmarme más, luego podría especializarme. También, porque sentía que no podía estudiar otra cosa, no me veía en ninguna otra carrera... Y mi nulidad con las matemáticas era una gran limitación...
Sin embargo, hoy en día, luego de tres años en esto, parece que he cambiado un poco de parecer. Debido a una sumatoria de acontecimientos, que van más allá de los clásicos problemas que yo creo que todos han tenido dentro de sus instituciones y carreras, pero que tampoco es nada grave, sino más bien... Una detención que se produce dentro de nuestras actividades cotidianas... He llegado a preguntarme si realmente esto es lo mio. La verdad es que no solo no me veo haciendo lo que supuestamente se hace en mi carrera, sino que sencillamente, no me veo haciendo nada de nada. No es que no quiera trabajar, pero incluso si considerara cambiarme, no veo que otra cosa podría hacer. Pero, aun así, es lo que estoy haciendo realmente lo mío? Temor básico que creo que ha de afectar a muchos de los estudiantes universitarios que cursan la mitad o más de sus carreras...

Creo que es producto de una sumatoria de cosas. Por un lado llegas a conocer mejor la carrera en sí. Ya sabes más o menos de que va. Eso significa, conocer tanto el lado bueno como el lado malo y muy probablemente rompa la burbuja de ilusión que nos hemos formado de pequeños con respecto a la realidad de la profesión. Por otra parte el que se acerque el fin de el período de estudios y que se acerque la posibilidad de tener que salir a buscar trabajo y enfrentarte a la realidad, te plantea claramente una inseguridad. Como te llevas tu, con eso que ahora conoces. Te comparas.. Es complicado. Dejar la protección de las instituciones, tener que vértelas con tus propias capacidades, ya no solo por una nota, sino que por las implicaciones directas del trabajo: una vida, un cargo, dinero lamentablemente necesario, las espectativas que uno tiene de uno mismo y de la vida que planea llevar... y si puede seguir siendo feliz con las consecuencias...  El sólo hecho de pensar en eso, claramente te hace temblar y uno se pregunta: seré realmente capaz?  Pero creo que el problema podría ir más bien por otra parte...

Cuando se está en el colegio uno esta protegido, se está en un ambiente pre-condicionado, de extrema confianza... una especie de burbuja... Aun así, se es descargada sobre uno una gran presión: que la PSU, que tenemos que entrar a las mejores universidades (porque si no se arruinará nuestra vida y se acotarán nuestras posibilidades), que tenemos que lograr mantenernos en la carrera y que tendremos que esforzarnos realmente, no como ahora, porque ahí la cuestión si que se pone difícil... Entonces, tenemos que tomar la gran decisión: ¿qué queremos estudiar?  con el pánico de tomar la descición equivocada... Lo que no sabemos, es que esa gran decisión siempre está presente. Y aunque cambien los momentos siempre estaremos eligiendo. Esa presión nunca se irá.

¿La verdad?  Cuando salimos de cuarto medio no tenemos ni idea. Con suerte tratamos de retener la información para la prueba de selección académica y superar los sustos que nos metieron sobre la vida universitaria. Si a eso le sumamos el que las universidades, cuales empresas, nos llenan de marketing, de visitas, de stands, de ferias, de panfletos, lápices y llamados de que hemos sido aceptados en sri-lanka...

Todavía algo se nos perdona al principio, pues se sabe que todo ese proceso es confuso, y nos dejan cambiarnos un par de veces. Pero probablemente esto termine en estudiantes crónicos. Si, esos treintañeros que todavía van cruzando primer año y no estan del todo seguros de si deberían seguir o cambiarse al curso que dan por internet.

Si a todo esto le sumamos las dificultades economicas y el hecho de que este país posee una prueba de seleccion de modo que deje a los mejores en la universidad, pero que no emplea ningún mecanismo para hacerse cargo de aquellos que no quedan dentro... La ecuación es simplemente desastrosa...

Personalmente, creo que aparte de todos los conflictos, dudas, problemas y miedos que tengamos, la problemática de cambarse de profesión es un reflejo de otro fenómeno de nuestra sociedad actual: la sobre-estimación.  Tenemos una medida tan alta para todo y le tenemos tal pánico al conformismo, que solemos tener estándares demasiado altos para todo y al ver que es probable que los hechos no se correspondan con las espectativas que habíamos desarrollado, preferimos cambiarnos y empezar todo de nuevo antes que asumir la realidad.  Y esto es aplicado a todo: la carrera, el trabajo, las relaciones, etc... Preferimos seguir mirando que quedarnos con lo que tenemos, no porque no nos satisfaga, sino porque pensamos que algo más grande puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina. Resultado: nos quedamos sin nada.

Luego  de la desastrosa experiencia escolar, a la que ya me he referido, llegamos a la universidad, donde claramente nos sentimos más libres, nos creemos independientes y estamos dispuestos a darlo todo por construir nuestro futuro, pero entonces se nos carga con otro peso: el resto. Nuestra pasada por la universidad está tan cargada de ideologías e ilusiones que todos se creen con la energía de cambiar el mundo. Ahora, no digo que esto no sea posible, pero sí que el norte que te habían enseñado en el colegio (la conformación de un YO capacitado que refleje los ideales que el colegio promovió a tus padres), por un norte que ya no es planteado siquiera por la universidad en la que estés, sino que por la corriente juvenil del momento (es decir un NOSOTROS que logre convertir el mundo en un lugar mejor que aquel que esos vejetes que no queremos reconocer como nuestros padres, han creado para nosotros). En la universidad nos sentimos tan crecidos, pero no es otra demostración más de que la etapa del adolescente en la edad del pavo continúa, seguimos en una rebeldía que no hace otra cosa más que intentar consolidar eso que realmente somos.


Sin embargo eso cambia cuando la carrera se empieza a acercar a su fin y recuerdas, repentinamente, la meta inicial. Terminar el título. Buscar un trabajo. Claramente ese golpe con la realidad, tan chocante después de esas dosis adrenalínica de idealismo, resulta bastante deprimente. Y como cualquier adicto, al enfrentarse a la posibilidad del síndrome de abstinencia, prefiere retomar sus dosis, nosotros, frente a la posibilidad de ver terminado realmente nuestro campo de juego, preferimos cambiar y volver a empezar todo de nuevo.

No digo que dejaré de meditarlo, pero quizás debamos tener en cuenta que aparte de nuestras razones personales, lo que estamos viviendo puede que sí sea una etapa ocasionada por nuestra edad, nuestras condiciones exteriores e incluso la época en la que vivimos. La idea es que si elejimos algo que nos afectará de tal manera, sea realmente porque pensamos que era lo mejor para nosotros y no que nos dejamos llevar por un momento emocional.

Atte
MEI