jueves, 31 de mayo de 2012

Mirando hacia atrás

Mirando hacia atrás...

Uf! Sí, lo sé, tengo bastante botado mi blog. Han pasado tantas cosas... Pero bueno, llega un momento que es el indicado para escribir, así como hay otros, que son los encargados de producir esas razones por las cuales escribimos.

La vida da tantas vueltas... Y uno nunca sabe donde va a acabar. Creo que se hace necesario que mantengamos ciertas ilusiones, no hay que perder esa fé en la vida, pues a pesar de que no siempre las cosas ocurran como uno lo esperaba, se necesita tiempo para ver los resultados de nuestros actos. Claro, es fácil decirlo, pero hacerlo es otra cosa. Una de las lecciones más difíciles es la paciencia. 

La paciencia requiere confianza, es saber dejar las cosas en manos de los demás, en manos del tiempo. Y si para uno ya es difícil delegar en términos de trabajo, imagínense lo complicado que es delegar en términos de la vida misma, de las emociones y de nuestras esperanzas... 

A veces siento que está en uno tomar las decisiones, nosotros forjamos nuestro destino. Pero no está en nuestras manos corregir nuestros errores, ni redireccionar nuestras vidas. Podemos destruir, pero la reconstrucción parece ser que siempre está en manos de alguien más.

Es curioso lo que hace el tiempo... Tomar distancia de los eventos. Cuando uno está metido dentro de ellos, es horrible. Uno vive demasiado en carne propia la experiencia, no sabe las consecuencias que tendrá y siempre, al vivir el presente, se cree que es todo lo que se tiene. Más cuando el tiempo avanza y uno ve las cosas en retrospectiva es cuando aprende. Una tarea maravillosa y que se las recomiendo totalmente es hacer memoria: repasar esas cosas que tanto nos importaban (momentos, relaciones, etc) y hacer una reflexión profunda. Quizás no recordemos tanto los detalles... Pero sí miraremos todo con otro cristal y sacaremos conclusiones. Sobre nosotros, sobre ellos, sobre el ser humano y la vida misma. Es un proceso que nunca se termina, uno constantemente está recordando, pero es distinto a hacer una verdadera reflexión. Nuestra visión sobre las cosas va cambiando. La primera señal para darse cuenta de que un tema se esta superando es que podemos tomar el asunto con gracia. Si todavía se esta viviendo, lo lógico es que aún tengamos los sentimientos a flor de piel. Después, cuando se ha asumido por completo, puede ser ignorado. Más adelante lo recordaremos con gracia y hasta nos reiremos de nosotros mismos, puesto que puede que incluso nos de vergüenza. Y generalmente queda así... Se recuerda de vez en cuando. Mas, cuando se hace realmente una reflexión, nuestra relación con ese recuerdo es distinta. Hay una especie de ternura. Miramos con nostalgia, no sólo a esos personajes, sino que también a nosotros mismos, a aquellos que solíamos ser. No recuerdo exactamente quien, creo que fue Andre Breton, quien en pocas palabras decía que a fin de cuentas somos lo contrario a todo aquello que pudimos ser. Estamos rodeados por los fantasmas de las posibilidades que se cerraron al elegir ser lo que éramos. 

Creo que, quizás, el paso más grande, es cuando dejamos de culparnos. Todos siempre nos hablan sobre el "ser responsables" y nos llenan la cabeza con ideales de "forjar nuestro propio destino." En gran parte estoy de acuerdo, no lo niego y es bueno que así sea. Pero también hay que aceptar que hay otra parte. Ser responsable significa ser capaz de responder por nuestras acciones. El que seamos conscientes de los procesos y podamos explicarlos, incluso si los entendemos, no significa que podamos dominarlos. Hay que entender que todo pasa por una razón y las razones se producen a través de una compleja red de relaciones. No digo que nos quitemos responsabilidad, pero sí que no somos los únicos. A veces, nuestras decisiones, por muy nuestras que sean, son producto de una serie de condiciones, de las cuales, no tenemos control. Es cierto que somos capaces de "forjar nuestro propio destino," pero sólo eligiendo dentro de las opciones que se nos ofrezcan y, honestamente, en la producción de esas opciones no tenemos mucho que aportar. 

A lo que voy es que al ir madurando nos vamos dando cuenta de que muchas de las cosas que pasaron, pasaron porque tenían que pasar. Nuestras opciones son limitadas. Y, generalmente, hacemos lo que mejor que podemos con lo que tenemos. La gente mala, per se, es muy poca. La mayoría de las veces se trata de buenas intenciones que no supieron manejar bien las situaciones, falta de experiencia, ingenuidad o simplemente ignorancia. Las mayores equivocaciones surgen de intentar hacer lo correcto por medios equivocados, pero, no siempre tenemos la sabiduría suficiente para conocer la diferencia. Eso sólo se obtiene con la experiencia, cosa que con el tiempo se termina agradeciendo (especialmente cuando nos sirve para evitar tropezar con la misma piedra).

Al final, no sólo no nos culpamos a nosotros mismos, sino que tampoco culpamos a los demás. Dejamos de buscar culpables y al mirar en retrospectiva sólo podemos dedicar una dulce mirada al pasado. Éramos tan inocentes, y por lo mismo cometemos errores... Errores de los que aprendimos. Hay dulzura e incluso felicidad, porque podemos sonsacar nuevas lecciones. Y creo, que de entre todas, la que generalmente se repite es el amor. El cariño a los seres cercanos, a aquellos que se han alejado e incluso el que pudo haberse perdido. Pocos son capaces de recordar con odio. Aquellos, son los que todavía están viviendo, no recordando.  Al mirar atrás, por lo general, lo hacemos dedicándole lo mejor a aquellos que estuvieron cerca. En lo personal, aunque pierda totalmente el contacto con alguien, incluso si terminamos "mal," me hes imposible eliminarlos de mis pensamientos, los siento cercanos y reconozco la importancia que tuvieron en mi vida haciéndome lo que hoy en día soy.

Lo que sí es cierto es que no existen las etapas "tontas." Un niño que llora porque perdió su helado sufre tanto como la viuda que acaba de perder a su compañero de toda la vida. Es un dolor real. Pero es ese dolor el que nos forma. El que nos permite reconocer la felicidad y moldea nuestro carácter, determinando como nos enfrentaremos a la vida. Somos seres sufrientes, creados a partir del sufrimiento. Incluso se sabe que el dolor esta relacionado al placer. Sin embargo, somos capaces de sentir la alegría, el amor y creemos en la búsqueda de la felicidad. No me parece algo contradictorio. Más bien me parece que tiene todo el sentido del mundo y que no tenemos que dejar de creer en ello: en la posibilidad de ser felices.

A pesar de todo, cuando uno mira en retrospectiva es capaz de darse cuenta que sin importar que tan negro se vio todo en su momento, siempre hubo un después. Por mucho que doliera, siempre se superó. Y aunque tocaron otras caídas, una y otra vez, al final son esos nuestros recuerdos, son esos los que valieron la pena. 

Como cuando uno habla de lo "entretenido" que es empezar una relación, cuando todavía hay incertidumbre... Después, pareciera que no hay nada que contar. Cuando uno viaja, las anécdotas resultan ser justamente esos detalles que se salen del recorrido. Lo que salió mal es lo digno de relatar. De lo contrario, son simples postales que uno puede encontrar en todas partes. Nadie te negará que sí, era muy bonito... Al final nos construimos a partir de las caídas. Recordamos lo extraordinario. Lo bueno esta presente, sí, pero cuesta recordarlo. Hay que hacer meditación y trabajos de interioridad para sacarlos a la luz. No cuesta nada pelar a alguien, pero, pucha que cuesta decirle las cosas buenas, lo mucho que los quieres... ¿Por qué? No se trata de ser negativos. Se trata de los ladrillos a partir de los cuales nos construimos. Esa es nuestra verdadera escencia. Pero, no es una esencia fatalista. Ahora que conocemos la realidad podemos mirar con orgullo, levantar la mirada y reconocernos como seres perfectamente imperfectos. Si no hay vergüenza en ello, no hay culpa ni remordimientos, sólo enseñanzas y ternura, entonces podemos dar el paso siguiente y avanzar. De eso se trata la vida. 

En verdad la introspección es una tarea interesante y maravillosa que le recomiendo a todos realizar. No cuesta nada, no tienen que seguir a ningún gurú ni leer ningún libro. Sólo tienen que concentrarse, darse el tiempo y sacarán sus propias conclusiones. No se arrepentirán, es una experiencia enriquecedora.

Atte
MEI 

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