martes, 23 de septiembre de 2014

Contaminada

Tuve que sujetar con ambas manos,
mis propias manos blancas,
a la aurora que asomaba,
para evitar que penetrase
con sus rayos rosa
y apartase de mí los vestigios de mi sueño.

Aquel sueño me fue arrebatado
como un coito interrumpido
como el clímax negado
que deja tras de sí sólo frustración.

Aquellos fragmentos de sueños
eran mi medicina.
Y ahora toca deambular por los pasillos...
¡Pero no son pasilllos!
Son calles interminables
repletas de peatones, que son a la vez pacientes
y autos que son a la vez camillas
de este enorme hospital que es la ciudad enferma.

Pero ya no hay amparo, ya no hay amor.
La ciudad me devuelve la mirada con crueldad.
Así es. Hay fuego en sus ojos.
Ese ardor que se manifiesta
desde las entrañas mismas de la urbe
y exhala como vapor por sus sucias chimeneas.

En cada esquina veo un muerto.
Pero, ¡no! No es un cadáver humano,
son esos sueños que la aurora asesinó.
Repletos de ollín y smog,
igual que las paredes de estos edificios.

Mis pulmones repletos de humo
me hacen vomitar palabras hirientes.
Mis piernas lánguidas
se abren a cualquiera que desee entrar
con una dosis de cariño.

Una vez despierta me es imposible volver a soñar.
No logro recordar los versos últimos de aquel poema.
La sesión termina fuera de mí
y la ciudad vierte su enfermedad
como semen por mi pecho.




Atte
Mei

jueves, 11 de septiembre de 2014

Sólo una amiga

Sólo una amiga sabe lo que es ser mujer, al mismo tiempo que tú.
Ella tiene su historia. Sus tacones se han gastado en otros suelos,
pero entiende lo que es caminar con ellos intentando no torcerse los pies.

Sólo una amiga sostiene tu mano, te besa y te abraza,
sin ser celosa, sin ser tímida, sin pensar demasiado en lo que hace;
sabiendo que después habrá de entregarte a alguien más.

Sólo una amiga te cuida y te quiere como una madre,
para luego pervertirte hasta la misma perdición
Y después felicitarte por salir airosa y renovada.

Sólo una amiga sabe lo que se siente cuando tu cuerpo se desangra,
Cuando el vientre engendra y los hijos pesan,
o cuando el corazón se parte y la soledad te vacía el alma.

Sólo una amiga te acompaña silenciosamente y recoge los pedazos.
Sólo ella conoce como iban, cual era la imagen que el puzzle debía ensamblar,
y sólo ella guardaría la pieza faltante hasta que apareciera el indicado.

Sólo una amiga tiene la capacidad de enseñarte sobre la locura
Demostrarte que se puede entrar en cólera de un segundo a otro
y hacer las pases con miradas y silencios.

Sólo una amiga es la compañera perfecta para una noche de desenfreno,
para una mañana de resaca y recomponerse, de volver a empezar
y parecer digna frente al mundo una vez más.

Sólo una amiga sabe que aunque el tiempo falte y la distancia crezca
la presencia no disminuye por cosas tan triviales.
Que las voces del alma se escuchan en todas partes cuando piden a gritos que alguien más las oiga.

Sólo una amiga sabe de cuerpos imperfectos que necesitan con desesperación
salir de cánones ficticios y ver con verdadera aceptación
la belleza de cada curva, planicie, mancha, pliegue y marca.

Sólo una amiga entiende por qué los ojos se drenan,
por qué el abdomen se estremece, las cabezas duelen,
los pechos se tensan y las entrepiernas se humedecen...

Sólo una amiga comprende que hay cosas que jamás se entienden,
que hay cosas sin explicación, pero que se hacen y se sienten.
Sólo ella podría entender ese balbuceo de palabras impronunciables.

Sólo una amiga habla ese idioma de rostros entre la gente,
de ropas y maquillaje, de máscaras y momentos fugaces.
De serlo todo y a la vez seguir siendo sólo una amiga...



Atte
Mei





miércoles, 3 de septiembre de 2014

Placeres Discretos

Hay ciertas cosas que me matan...

 El olor a café de cafetera por la mañana... El suave movimiento de las nubes por un cielo azul en un día de primavera... El humo de un cigarro que se deshace al resguardo de la lluvia... El andar sereno del agua en la superficie de un lago tranquilo en una fría mañana de verano... El ondular de las llamas, siempre tan absorbente e hipnótico, en una chimenea... Las sombras que pasan fugaces al interior de un vehículo por sobre sus pasajeros. Los tejidos demasiado suaves y afelpados que invitan a mis manos a tocarlo todo, como si poseyera ojos en las yemas de los dedos...La calidez de otra piel que roza con la mía...

La vida está llena de esos placeres sencillos. Siempre te lo recuerdan, pero que fácil se olvida. Esos placeres discretos, como yo los llamo. Es una frase repetida que suena cada vez que la situación se enfrenta. Es un orgasmo pequeño en la cotidianidad del día. Es la esperanza de encontrar a alguien que comparta esa emoción y que se transforme en tu alma gemela.

Para mí es un instante de alienación. Mi vida transcurre como en un filme y le tengo armada ya la lista de reproducción. Puedo cerrar los ojos y ser quien quiera ser el día de hoy. Y cuando ocurre alguno de estos placeres discretos me quedo pegada... Mejor que cualquier droga. Y ver como ese sueño que tenía se hace realidad. Y entonces la realidad se hace sueño...

Debemos detenernos, reconocer lo que nos gusta. Guardarnos con una sonrisa para adentro ese delicioso instante en que el mundo nos regaló un sencillo y diminuto placer, pero que podemos hacer eterno.



Atte
Mei