martes, 14 de octubre de 2014

Sin quedarse atrás

Recuerdo haber estado en octavo básico o primero medio, algo así. Estaba en el coro de mi colegio, así que nos tocaba presentarnos en la licenciatura de los cuartos medios. Por esas cosas de la vida conocía a varios de los que salían, siendo que eran mayores que yo. No eran de esas relaciones que uno podría llamar amistad, sino más bien, esas conexiones extrañas que se producen en lugares como el colegio… Ahí, donde ves todos los días a la misma gente, conoces sus rostros y sus nombres, tal vez parte de sus historias, desde hace años. Existe una cercanía. Y cuando uno está en esa edad, queriendo colgarse de los mayores, el grado de afecto por esas personas aumenta.  El punto es que yo conversaba con algunos de ellos… Y me contaban sus planes a futuro: irse de la región, del país, probar suerte afuera, pues había todo un mundo de posibilidades. A medida que los años fueron pasando esta fue una escena que se fue repitiendo. Con excepción de que aquellos que se iban eran cada vez más cercanos. De pronto ya no eran conocidos los que salían a enfrentarse a la Universidad y otros proyectos. Eran amigos. Y sentía que me quedaba atrás. Hasta que finalmente me tocó el turno a mí también.

Este sentimiento ha sido recurrente en distintos momentos de mi vida. A pesar de mis logros, que no son pocos (lo descubrí cuando hacía mi Currículum), no puedo evitar sentirme en menos al compararme con los demás. No es que sienta que los otros sean mejores que yo. Es sólo que no puedo evitar sentir envidia cuando los veo realizando cosas que a mí me gustarían, como por ejemplo viajar. Ahora con lo de las redes sociales es tan común el psicopatear… Y ahí están, todas esas fotos de las cosas que han logrado: títulos, becas, trabajos, viajes, intercambios, vacaciones, experiencias únicas como caminatas, buceo, saltar en paracaídas o qué se yo. La mitad de esas actividades jamás las haría. Pero en fin. Creo que lo que más envidio es justamente eso. Esa libertad de poder hacer lo que uno quiera, de arriesgarse, de tomar las opciones que la vida te plantea. En el fondo: de vivir la vida y sentirse pleno, sentirse feliz con uno mismo.

¿Por qué yo no me puedo sentir así? Con todas las cosas que he hecho, con todo lo que he logrado…
No sé si tiene que ver porque aquí es como mal visto sentirse orgulloso de tus logros. Pero siempre tendemos a opacarnos. No estamos acostumbrados a ver nuestras cosas buenas, y las malas a veces resultan tan fáciles…

Además la comparación siempre es peligrosa. Sólo vemos un aspecto de aquello con lo que nos comparamos. Muchas veces vemos sólo el resultado, pero no todo lo que se recorrió hasta llegar ahí.
Una vez me dijeron: “No juzgues a nadie sólo por sus fotos de Instagram o de Facebook.” En efecto, eso es lo que tienen las redes sociales: un “Perfil,” un punto de vista. Y uno lo arma. Uno elige como quieres que te vean. O a veces, se arma sólo, contra tu voluntad. Pero el tema está en que lo que aparece ahí es sólo un aspecto tuyo. Y si sólo hay fotos de las fiestas a las que has ido, parecerás un tipo carretero. Si sólo hay fotos de tus logros, parecerás alguien exitoso. ¿Quién guarda recuerdos de sus derrotas?

Quizás lo principal está en asumir de forma realista tu propia experiencia. ¿Cómo es que he llegado hasta aquí? ¿Estoy viviendo la vida que quiero? ¿Sí, no, por qué? ¿Qué puedo hacer para cambiarlo? Pero también respetar tus tiempos. Tu vida tiene un pulso y es por algo. Quizás el ritmo que llevas te dirige en otra dirección. Una que aún no habías considerado y que puede resultar incluso más satisfactoria.

Es por eso que cuando esa envidia me ataca, después de psicopatear a algunos conocidos, me psicopateo a mí misma, con ojos de alguien externo. Hago una revisión de mis logros y lo comparo con mis metas a corto, mediano y largo plazo. Por lo general me basta para alcanzar la calma una vez más. Pero si no, entonces me da el impulso necesario para tomar las riendas de mi vida una vez más y empezar a hacer los ajustes que estime convenientes.


Quizás la lección más difícil que tenemos que aprender es la paciencia. Aquello que deseamos, de algún modo u otro, si nos esforzamos llegará. Pero por mientras, debemos disfrutar el camino y lo que tenemos.




1 comentario:

  1. pues coincido con lo ultimo, es el tiempo, cada uno uno tiene un tiempo diferente, puede que ahora no la idea de viajar se lejana, pero en algún momento de nuestras vidas llegara, lo importante es hacer cosas que están a nuestro alcance, cosas que realisticamente sabemos que podemos hacer.

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