Recuerdo haber estado en octavo
básico o primero medio, algo así. Estaba en el coro de mi colegio, así que nos
tocaba presentarnos en la licenciatura de los cuartos medios. Por esas cosas de
la vida conocía a varios de los que salían, siendo que eran mayores que yo. No
eran de esas relaciones que uno podría llamar amistad, sino más bien, esas
conexiones extrañas que se producen en lugares como el colegio… Ahí, donde ves
todos los días a la misma gente, conoces sus rostros y sus nombres, tal vez
parte de sus historias, desde hace años. Existe una cercanía. Y cuando uno está
en esa edad, queriendo colgarse de los mayores, el grado de afecto por esas
personas aumenta. El punto es que yo
conversaba con algunos de ellos… Y me contaban sus planes a futuro: irse de la
región, del país, probar suerte afuera, pues había todo un mundo de
posibilidades. A medida que los años fueron pasando esta fue una escena que se
fue repitiendo. Con excepción de que aquellos que se iban eran cada vez más
cercanos. De pronto ya no eran conocidos los que salían a enfrentarse a la
Universidad y otros proyectos. Eran amigos. Y sentía que me quedaba atrás.
Hasta que finalmente me tocó el turno a mí también.
Este sentimiento ha sido
recurrente en distintos momentos de mi vida. A pesar de mis logros, que no son
pocos (lo descubrí cuando hacía mi Currículum), no puedo evitar sentirme en
menos al compararme con los demás. No es que sienta que los otros sean mejores
que yo. Es sólo que no puedo evitar sentir envidia cuando los veo realizando cosas
que a mí me gustarían, como por ejemplo viajar. Ahora con lo de las redes
sociales es tan común el psicopatear… Y ahí están, todas esas fotos de las
cosas que han logrado: títulos, becas, trabajos, viajes, intercambios,
vacaciones, experiencias únicas como caminatas, buceo, saltar en paracaídas o
qué se yo. La mitad de esas actividades jamás las haría. Pero en fin. Creo que
lo que más envidio es justamente eso. Esa libertad de poder hacer lo que uno
quiera, de arriesgarse, de tomar las opciones que la vida te plantea. En el
fondo: de vivir la vida y sentirse pleno, sentirse feliz con uno mismo.
¿Por qué yo no me puedo sentir
así? Con todas las cosas que he hecho, con todo lo que he logrado…
No sé si tiene que ver porque
aquí es como mal visto sentirse orgulloso de tus logros. Pero siempre tendemos
a opacarnos. No estamos acostumbrados a ver nuestras cosas buenas, y las malas
a veces resultan tan fáciles…
Además la comparación siempre es
peligrosa. Sólo vemos un aspecto de aquello con lo que nos comparamos. Muchas
veces vemos sólo el resultado, pero no todo lo que se recorrió hasta llegar
ahí.
Una vez me dijeron: “No juzgues a
nadie sólo por sus fotos de Instagram o de Facebook.” En efecto, eso es lo que
tienen las redes sociales: un “Perfil,” un punto de vista. Y uno lo arma. Uno
elige como quieres que te vean. O a veces, se arma sólo, contra tu voluntad.
Pero el tema está en que lo que aparece ahí es sólo un aspecto tuyo. Y si sólo
hay fotos de las fiestas a las que has ido, parecerás un tipo carretero. Si
sólo hay fotos de tus logros, parecerás alguien exitoso. ¿Quién guarda recuerdos de sus derrotas?
Quizás lo principal está en
asumir de forma realista tu propia experiencia. ¿Cómo es que he llegado hasta
aquí? ¿Estoy viviendo la vida que quiero? ¿Sí, no, por qué? ¿Qué puedo hacer
para cambiarlo? Pero también respetar tus tiempos. Tu vida tiene un pulso y es
por algo. Quizás el ritmo que llevas te dirige en otra dirección. Una que aún
no habías considerado y que puede resultar incluso más satisfactoria.
Es por eso que cuando esa envidia
me ataca, después de psicopatear a algunos conocidos, me psicopateo a mí misma,
con ojos de alguien externo. Hago una revisión de mis logros y lo comparo con
mis metas a corto, mediano y largo plazo. Por lo general me basta para alcanzar
la calma una vez más. Pero si no, entonces me da el impulso necesario para
tomar las riendas de mi vida una vez más y empezar a hacer los ajustes que
estime convenientes.
Quizás la lección más difícil que
tenemos que aprender es la paciencia. Aquello que deseamos, de algún modo u otro,
si nos esforzamos llegará. Pero por mientras, debemos disfrutar el camino y lo
que tenemos.
pues coincido con lo ultimo, es el tiempo, cada uno uno tiene un tiempo diferente, puede que ahora no la idea de viajar se lejana, pero en algún momento de nuestras vidas llegara, lo importante es hacer cosas que están a nuestro alcance, cosas que realisticamente sabemos que podemos hacer.
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